Guadalupe – Villuercas
La Puebla de Guadalupe se encuentra situada en la Sierra de las Villuercas, en la parte más oriental de la provincia de Cáceres, concretamente en la falda meridional del cerro de Altamira.
El municipio fue declarado Monumento Histórico-Artístico el 27 de septiembre de 1943 y Santa María de Guadalupe fue declarada Patrona de Extremadura en 1907 y Reina de las Españas el 12 de Octubre de 1928.
Todo comenzó por el casual hallazgo de una talla de madera de la Virgen María con el Niño. Había sido enterrada junto al río «Guadalupe» (río escondido).
Cuenta la leyenda que su primer propietario fue San Lucas, allá por el siglo I. Cuando este murió la figura se enterró a su lado. Más tarde, aproximadamente por el siglo IV ambos serían trasladados a Constantinopla, y desde aquí viajaría directamente a Roma por orden del cardenal Gregorio. Sería en esta ciudad donde obrara su primer milagro limpiando a su paso por las calles la peste que sacudía al pueblo romano, que la aclamaba con fervor. Posteriormente la imagen sería trasladada a Sevilla y entregada a San Leandro, arzobispo por aquel entonces de esta ciudad. Allí permanecería hasta el año 711. Poco después, huyendo de los peligros de la invasión Sarracena, unos monjes Sevillanos llevaron la figura hasta la alta Extremadura donde juzgaron conveniente esconderla para su protección. Y fue en un «río escondido», en el río «Guadalupe».
Varios siglos permaneció la virgen desaparecida, hasta que aproximadamente por el siglo XVI se cuenta que un pastor cacereño encontró a una de sus vacas muerta. En el momento en que se disponía a sacar su piel la vaca resucitó y se le apareció la virgen indicándole el lugar donde se hallaba la imagen. Ese mismo día la virgen resucitaría al hijo del pastor que estaba fallecido cuando este volvió a su casa. En el mismo sitio donde se procedió al desenterramiento de la talla, se construyó una ermita que sirvió de inmediato como centro de peregrinación.
Más allá de la leyenda la talla de madera policromada representa a una Virgen morena con Niño muy probablemente realizada durante el siglo XII sobre madera de cedro, mide aproximadamente 60 centímetros y pesa unos cuatro kilos. Se cree que su aparición se produjo entre el 1260 y el 1300. La figura actual es la original, aunque ha sufrido algunas modificaciones a lo largo del tiempo. Como curiosidad, la mano derecha del Niño Jesús fue sustituida por una de plata, que es la que actualmente ostenta.
Cuando entramos por primera vez en la plaza de la Puebla, es indescriptible la sensación que produce encontrar la imponente fachada de este monumento. Esta fachada, la de la Basílica, se acompaña dos torres de piedra, la de Santa Ana construida en el siglo XV y la de la portería, edificada en el XIV. Encima de la puerta principal un enorme rosetón mudéjar nos da la bienvenida.
Este santuario fue monasterio casi desde el comienzo de su construcción, a principios del siglo XIV, lo habitaron los monjes de la Orden de San Jerónimo hasta 1835, convirtiéndolo en uno de los centros más importantes de la devoción mariana. Desde ese año y a hasta 1908, en que la Orden Franciscana se hizo cargo del templo, sufrió las consecuencias del total abandono. Fue esta última Orden la que consiguió, tras numerosas restauraciones, que el monasterio recuperara su anterior esplendor.
El monasterio es una enorme construcción, joya y orgullo de Extremadura, que consta de cuatro partes: El Templo-Basílica, el edificio del Auditórium, un Claustro Mudéjar y el Claustro Gótico. Su interior esconde infinidad de tesoros de un valor incalculable. Fue declarado el 11 de diciembre de 1993 Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO. Aunque todo su interior es realmente maravilloso, podemos destacar la enorme belleza de su Claustro Mudéjar en cuyo centro se encuentra un hermoso templete construido a principios del siglo XV. También es digno de visita el museo del bordado donde se expone una rica colección de ornamentos sagrados y otras telas dedicadas al culto. El monasterio dispone de una de las más importantes colecciones de libros miniados del mundo (destaca el Libro de Horas del Prior del siglo XVI). Por otra parte, en la sacristía se encuentran una colección de lienzos de Zurbarán, entre los que podemos contemplar: «El Padre Cabañuelas», «Fray Gonzalo de Illescas». Y en la capilla de San Jerónimo está una de las obras más importantes de Zurbarán, ‘La Apoteosis de San Jerónimo’. Otras estancias que visitamos con gran interés son «El Relicario» y el Camarín de la Virgen. La primera es una suntuosa capilla dedicada a San José, que contiene objetos de gran valor como el «Manto rico de la comunidad» (una de las piezas más ricas en bordado del mundo) con fondo de oro bordado y perlas y aljófares y 243 piezas de oro labrado con puntas de diamantes. El camarín de la Virgen es quizás la estancia más sorprendente del monasterio. De estilo barroco, está construida en forma de cruz griega. Se encuentra adornado con pinturas de Luca Giordano, y con las tallas de las Ocho mujeres fuertes de la Biblia: María la Profetisa, Débora, Jael, Sara, Ruth, Abigail, Esther y Judith. Por todo lo aquí expuesto y por mucho más que descubrirás tras una reposada visita, el monasterio de Guadalupe es uno de esos lugares que no podemos dejar de visitar.
El municipio fue declarado Monumento Histórico-Artístico el 27 de septiembre de 1943 y Santa María de Guadalupe fue declarada Patrona de Extremadura en 1907 y Reina de las Españas el 12 de Octubre de 1928.
Todo comenzó por el casual hallazgo de una talla de madera de la Virgen María con el Niño. Había sido enterrada junto al río «Guadalupe» (río escondido).
Cuenta la leyenda que su primer propietario fue San Lucas, allá por el siglo I. Cuando este murió la figura se enterró a su lado. Más tarde, aproximadamente por el siglo IV ambos serían trasladados a Constantinopla, y desde aquí viajaría directamente a Roma por orden del cardenal Gregorio. Sería en esta ciudad donde obrara su primer milagro limpiando a su paso por las calles la peste que sacudía al pueblo romano, que la aclamaba con fervor. Posteriormente la imagen sería trasladada a Sevilla y entregada a San Leandro, arzobispo por aquel entonces de esta ciudad. Allí permanecería hasta el año 711. Poco después, huyendo de los peligros de la invasión Sarracena, unos monjes Sevillanos llevaron la figura hasta la alta Extremadura donde juzgaron conveniente esconderla para su protección. Y fue en un «río escondido», en el río «Guadalupe».
Varios siglos permaneció la virgen desaparecida, hasta que aproximadamente por el siglo XVI se cuenta que un pastor cacereño encontró a una de sus vacas muerta. En el momento en que se disponía a sacar su piel la vaca resucitó y se le apareció la virgen indicándole el lugar donde se hallaba la imagen. Ese mismo día la virgen resucitaría al hijo del pastor que estaba fallecido cuando este volvió a su casa. En el mismo sitio donde se procedió al desenterramiento de la talla, se construyó una ermita que sirvió de inmediato como centro de peregrinación.
Más allá de la leyenda la talla de madera policromada representa a una Virgen morena con Niño muy probablemente realizada durante el siglo XII sobre madera de cedro, mide aproximadamente 60 centímetros y pesa unos cuatro kilos. Se cree que su aparición se produjo entre el 1260 y el 1300. La figura actual es la original, aunque ha sufrido algunas modificaciones a lo largo del tiempo. Como curiosidad, la mano derecha del Niño Jesús fue sustituida por una de plata, que es la que actualmente ostenta.
Cuando entramos por primera vez en la plaza de la Puebla, es indescriptible la sensación que produce encontrar la imponente fachada de este monumento. Esta fachada, la de la Basílica, se acompaña dos torres de piedra, la de Santa Ana construida en el siglo XV y la de la portería, edificada en el XIV. Encima de la puerta principal un enorme rosetón mudéjar nos da la bienvenida.
Este santuario fue monasterio casi desde el comienzo de su construcción, a principios del siglo XIV, lo habitaron los monjes de la Orden de San Jerónimo hasta 1835, convirtiéndolo en uno de los centros más importantes de la devoción mariana. Desde ese año y a hasta 1908, en que la Orden Franciscana se hizo cargo del templo, sufrió las consecuencias del total abandono. Fue esta última Orden la que consiguió, tras numerosas restauraciones, que el monasterio recuperara su anterior esplendor.
El monasterio es una enorme construcción, joya y orgullo de Extremadura, que consta de cuatro partes: El Templo-Basílica, el edificio del Auditórium, un Claustro Mudéjar y el Claustro Gótico. Su interior esconde infinidad de tesoros de un valor incalculable. Fue declarado el 11 de diciembre de 1993 Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO. Aunque todo su interior es realmente maravilloso, podemos destacar la enorme belleza de su Claustro Mudéjar en cuyo centro se encuentra un hermoso templete construido a principios del siglo XV. También es digno de visita el museo del bordado donde se expone una rica colección de ornamentos sagrados y otras telas dedicadas al culto. El monasterio dispone de una de las más importantes colecciones de libros miniados del mundo (destaca el Libro de Horas del Prior del siglo XVI). Por otra parte, en la sacristía se encuentran una colección de lienzos de Zurbarán, entre los que podemos contemplar: «El Padre Cabañuelas», «Fray Gonzalo de Illescas». Y en la capilla de San Jerónimo está una de las obras más importantes de Zurbarán, ‘La Apoteosis de San Jerónimo’. Otras estancias que visitamos con gran interés son «El Relicario» y el Camarín de la Virgen. La primera es una suntuosa capilla dedicada a San José, que contiene objetos de gran valor como el «Manto rico de la comunidad» (una de las piezas más ricas en bordado del mundo) con fondo de oro bordado y perlas y aljófares y 243 piezas de oro labrado con puntas de diamantes. El camarín de la Virgen es quizás la estancia más sorprendente del monasterio. De estilo barroco, está construida en forma de cruz griega. Se encuentra adornado con pinturas de Luca Giordano, y con las tallas de las Ocho mujeres fuertes de la Biblia: María la Profetisa, Débora, Jael, Sara, Ruth, Abigail, Esther y Judith. Por todo lo aquí expuesto y por mucho más que descubrirás tras una reposada visita, el monasterio de Guadalupe es uno de esos lugares que no podemos dejar de visitar.